Cuida tu Lenguaje.
Proverbios 18:21 – ‘En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto. ’’
«¡CUIDA TU LENGUAJE!» Es una frase que mis hermanos y yo escuchamos frecuentemente de nuestros padres durante nuestros años de desarrollo. «¡CUIDA TU LENGUAJE! Se usó como un recordatorio para que mis hermanos y yo nos mantuviéramos dentro de los límites de comunicación de disciplina, respeto, honestidad y positividad establecidos por nuestros padres. Sólo puedo recordar la frase cuando fuimos en contra de las directivas de nuestros padres o si nuestras palabras iban en contra de los mandamientos de Dios.
Al igual que un padre que le recuerda a un niño que evalúe sus palabras, Dios informa a sus hijos el poder de sus palabras y la importancia de elegir las palabras sabiamente. Con nuestras lenguas, o bien hablamos vida o muerte, victoria o derrota, inseguridad o confianza, debilidad o fortaleza, confianza o duda, pero digas lo que digas, prepárate para comer el fruto de tus palabras.
Probablemente haya habido ocasiones en su vida en que haya dicho cosas que fueron hirientes para usted y los demás. Cuando eso sucede, es vital buscar y recibir el perdón de Dios, arrepentirse y prestar atención cuidadosa a sus palabras a partir de ese momento. Todo comienza con observar nuestra boca porque las palabras que hablamos tienen un impacto duradero directamente conectado con nuestras circunstancias presentes y futuras. Te sorprendería cómo tus palabras están afectando tu situación.
Las Escrituras revelan varios relatos sobre personas que observan sus bocas o usan palabras descuidadamente. En ambos casos, se muestra el efecto del poder de la lengua. Las palabras pueden enseñar, alentar y elevar. También pueden desalentar, rechazar y degradar. Las palabras pueden expresar gratitud, amor y alegría. También pueden expresar egoísmo, odio y desaliento. Nuestro objetivo es hablar lo que Dios dice sobre nuestras situaciones y no lo que nuestras emociones inconsistentes quieren que declaremos.
No importa lo que esté sucediendo hoy en su vida, es hora de «¡CUIDAR NUESTRO LENGUAJE!» No se distraiga con la prueba o el espejismo de que nada cambiará, comience a declarar la palabra de Dios. Este es un trabajo en progreso que requiere disciplina, confianza y fe. Pero una vez que comienzas a tomar el ritmo de usar tus palabras sabiamente en acción de gracias y alabanza a Dios, cuando las palabras equivocadas intentan salir, podrás tomar medidas y recuperarte de las palabras de Dios. ¡Habla vida y cuida tu boca!
ORAR: Señor, te necesito desesperadamente cada momento para mantenerme santo. Por favor, ayúdame a deshacerme de las malas palabras. Hablo en nombre de los demás las palabras de desaliento, rechazo, menosprecio del egoísmo, odio y desánimo. Pero ayúdame a expresar gratitud, amor, alegría, palabras alentadoras y edificantes, y comienzo a alabarte a ti, mi Señor y hablar palabras de agradecimiento todo el tiempo. Mantén mi corazón puro para que mis labios se mantengan puros. Gracias por darme fuerza cuando lo necesito. ¡Dependo de ti! En el nombre de Jesús, Amén.