Mientras oramos, pensamos que podemos negociar con Dios, pactar cosas para poder conseguir lo que queremos, por ejemplo; Dios si me cumples lo que deseo, te rendiré culto a diario siempre.
No podemos chantajear a nuestro Dios, no debemos, por ejemplo; Si no me das lo que quiero, mi familia dejará de ir a la iglesia.
No debemos distraer nuestra atención mientras oramos. Necesitamos darle toda nuestra atención y dedicación, no podemos tener nuestra mente centrada en las conversiones de los chats de las redes sociales o en lo que harás después de terminar orar, debes de dedicarle toda tu mente y corazón a Dios.
No podemos orar con arrogancia para llamar la atención de los demás, demostrar que estamos orando, orar pegando gritos no es necesario.
Debemos ser sabios a la hora de pedir algo a Dios, que sea lo realmente necesario, no los caprichos o algo poco lógico.
La oración es la línea directa de comunicación, privada y más rápida para llegar al padre. No podemos abusar este canal especial que tenemos con Él, oremos con honestidad, dedicación y humillación, para que nuestro Señor escuche nuestras oraciones, Amén.