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¡Culpar a Dios por la tentación!

Muchas personas encuentran formas de excusar el pecado, culpar a Dios por la tentación indirectamente, diciendo; «El Señor me guió a hacerlo». Cometer pecado ya es bastante malo, pero se vuelve mucho peor cuando a Dios se le acusa.

Podemos ser tentados al mal porque carecemos de sabiduría, poder espiritual y pureza, pero a Dios no le falta ninguna de estas cosas. No hay forma de que Satanás se apodere de Dios o lo tiente.

Lo que los cristianos debemos aprender es que Dios no nos conduce al pecado. El apóstol Santiago claramente condena la actitud de culpar a Dios en circunstancias tentadoras, en Santiago 1: 13-15 que dice;

Cuando alguien es tentado, no debe decir: «Estoy siendo tentado por Dios», porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tienta a nadie. En cambio, cada persona es tentada por su propio deseo, siendo atraído y seducido por él. Después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.

Dios puede poner a prueba a sus hijos, un proceso diseñado para purificarlos y fortalecerlos, pero Él no los conduce al pecado. Sin excepción, el pecado resulta cuando la tentación golpea una cuerda comprensiva en el corazón humano, y el hombre no tiene a nadie a quien culpar sino a sí mismo.